Factores bacterianos implicados en la halitosis

Bacteria
En la mayoría de los casos, la halitosis ocurre como resultado del metabolismo microbiano, en el cual los componentes olorosos volátiles son producidos a partir de la deglicolización, proteólisis y putrefacción de glicoproteínas y proteínas. La putrefacción de proteínas, mucina y péptidos por parte de los microorganismos que residen en la lengua y en la placa dental, forman compuestos sulfurados volátiles, los cuales están involucrados en el aliento ofensivo.

Los aminoácidos que contiene sulfuros favorecen la formación de al menos dos compuestos volátiles: el sulfuro de hidrógeno (H2S) y el metilmercaptano (CH3SH), ambos responsables principales del mal olor de la boca. Los microorganismos involucrados en la producción del mal olor de la cavidad bucal han sido identificados como anaerobios 30 y a pesar que el crecimiento bacteriano resulta ser crítico en la producción del mal olor, su detección cuantitativa es difícil determinar. Torresyap sugieren que la medición de los productos finales del metabolismo microbiano, pudiera utilizarse como método para identificar el tipo de bacterias involucradas en el olor de la boca.

La gran mayoría de las investigaciones identifican un componente bacteriano gram negativo como la microflora principalmente responsable del mal olor de la boca. Algunas de estas especies bacterianas específicas de la cavidad bucal, que se identifican como productoras de compuestos de azufre volátiles son patógenos periodontales que derivan su energía de carbohidratos y de proteínas. La hidrólisis de péptidos y proteínas, aunado al catabolismo de aminoácidos son los contribuyentes del mal aliento, porque se constituyen en una mezcla variable de odoríferos volátiles desagradables 15,45. La placa dental contribuye con el mal olor, pero no se ha establecido una correlación directa entre los índices de placa o algunos parámetros periodontales y la halitosis. Los estudios in vitro demuestran que las bacterias gram negativas anaerobias son capaces de producir compuestos odoríferos a partir de los productos sanguíneos.

La mayor fuente de proteínas con aminoácidos que contienen compuestos sulfurados son las células epiteliales, en las cuales se insertan gran cantidad de bacterias. Persson lograron aislar ochenta y dos especies bacterianas que formaban sulfuro de hidrógeno (H2S), veinticinco que formaban metilmercaptano (CH3SH) y doce especies de Fusobacterium nucleatum, productoras de ambos compuestos. Espiroquetas, Fusiformes, Vibrios, Veillonella y algunos Bacteroides, son capaces de producir mal olor a partir del proceso metabólico de diversos sustratos proteicos que contienen sulfuros como la cisteína, cistina y metionina.

Treponema denticola, Tannerella forsythensis y especies putativas de Porfhyromonas gingivalis, Prevotella intermedia, Porfhyromonas endodontalis, Bacteroides loescheii y Fusobacterium producen cuantiosas cantidades de H2S y CH3SH a partir de las proteínas del suero, cisteína y metionina mientras que los Streptococcus, Lactobacillus, Rothia, Capnocytophaga y Actinomyces producen poco o ningún olor in vitro, permanecen sin cambios e inclusive se ha observado un aumento en la proporción de estas especies, después de realizar el tratamiento de la halitosis. F. nucleatum representa un grupo heterogéneo de microorganismos que son capaces de producir sulfuro de hidrógeno en cultivos. De las especies de Fusobacterium capaces de producir mal olor pueden incluirse el F. nucleatum, F. fusiforme, F. polymorphum, F. periodonticum, F russii y F. simiae.

Otros Enterobacteriaceae, tales como T forsythensis, Centípeda periodontii y Eikenella corrodens, tienen alta capacidad para generar compuestos volátiles de sulfuro, in vitro. Bacteroides melaninogénicus, representa uno de los principales microorganismos implicados en la enfermedad periodontal, sus cepas más agresivas, tienen actividad proteolítica y colagenolítica y son capaces de producir copiosas cantidades de compuestos volátiles de sulfuro, especialmente metilmercaptano, comparado con sus cepas menos patogénicas, que producen mayormente, sulfuro de hidrógeno5. Para Sterer y Rosenberg, Streptococcus salivarius constituye una alta proporción de los microorganismos ubicados en el dorso de la lengua, capaces de crecer en la saliva, utilizando la b-galactosidasa para remover los carbohidratos de las glicoproteínas salivales (mucina), permitiendo que las proteínas pueda ser degradas por otros microorganismos. Es por ello que estos autores anteriores afirman que el Streptococcus salivarius tiene un rol inicial crítico en la formación del mal olor de la boca, removiendo las cadenas laterales de las glicoproteínas, para facilitar la proteólisis por bacterias gram negativas, específicamente por la P. gingivalis.

El perfil de las bacterias capaces de producir halitosis es muy amplio e inclusive pudiera incluir algunas especies de Peptostreptococcus y Streptococcus fecalis en los niños. Es importante destacar que una microflora mixta se pudre más rápidamente que una especie sencilla o simple y que ningún microorganismo in vitro es capaz de producir un olor idéntico al que es observado in vivo.

La lengua como principal fuente de producción de la halitosis:

La lengua, por su localización y función, constituye una de las estructuras más importantes de la cavidad bucal, sin embargo, el conocimiento acerca sus implicaciones en la salud o enfermedad es muy escaso, a pesar de constituir un reservorio de las mezclas bacterianas más complejas de la ecología humana. En 1927, Stallard demostró, que los pacientes edéntulos que masticaban cebollas maceradas, sin deglutirlas, presentaban mal olor por largos periodos de tiempo y sugirió que los tejidos blandos y la lengua retenían sustancias odoríferas. En relación a esto, el conocimiento sobre la relación de la lengua con la halitosis ha despertado el interés de la comunidad científica en el estudio de la microbiología lingual y los factores que influyen en el desarrollo de este microambiente.

En 1931 Hartzell consideró que la lengua era la principal fuente del mal aliento y en 1933, Grapp demostró la importancia que tenía el dorso de la lengua en la halitosis es por ello, que las investigaciones relacionadas el tema, en las cuales se asume que la lengua es el hospedero más prominente para los productos que pueden causar el mal olor de la boca, cada día han tenido más relevancia. Roldan, Herrera y Sanz realizaron una investigación acerca de la estructura y cubierta lingual, enfocados en la biopelícula, enfatizando sobre las evidencias que vinculan la microbiología lingual y la halitosis.

Las estructuras papilares constituyen una nicho ecológico único dentro de la cavidad bucal, que favorece la acumulación de restos bucales y microorganismos, más aún, el hecho que la lengua está ubicada entre la cavidad bucal y la faringe, provee el acceso a distintos tipos de nutrientes, productos y bacterias. De la misma manera, la morfología del dorso de la lengua provee irregularidades; fisuras, ranuras y áreas despapiladas que funcionan como zonas de retención y albergue bacteriano. La amplia superficie lingual retiene grandes cantidades de células exfoliadas, restos alimenticios, leucocitos muertos y microorganismos, que son los encontrados comúnmente en la placa dental subgingival.

Además de la gran cantidad de células epiteliales, la lengua está compuesta por metabolitos sanguíneos y diferentes nutrientes, que ofrecen un ambiente de putrefacción donde se producen cantidades considerables de moléculas que generan mal olor. Diferentes estudios indican que la superficie dorsal posterior de la lengua puede ser la fuente principal de la halitosis, basándose en la cantidad de depósitos bacterianos alojados en la misma y en la producción de los principales compuestos volátiles de sulfuro. El contacto del tercio posterior de la lengua con el velo del paladar permite la acumulación de bacterias, restos alimenticios, secreciones nasales y depósitos blandos, a diferencia de los dos tercios anteriores de la lengua, los cuales están en relación con el paladar duro, en donde la fricción con una superficie más firme, permite una mínima deposición de placa dental.

La actividad proteolítica en la boca es un factor importante en el desarrollo de la halitosis y la putrefacción de las proteínas, mucina y péptidos, por parte de los microorganismos que residen en la lengua y en la placa dental.

Asimismo. la lengua representa un reservorio de periodontopatógenos que pueden influir sobre la microbiota de toda la cavidad bucal. Los nichos anatómicos pueden crear un ambiente donde las bacterias están bien protegidas de la acción de la saliva y donde los niveles de oxígeno son bajos, lo cual favorece el desarrollo de una flora proteolítica más anaerobia. Las células epiteliales tienden a integrarse en las criptas o fisuras linguales y conformar así una zona ideal para la retención de diminutos restos de comida que favorecen el crecimiento bacteriano.

Así como se sugiere que la lengua puede ser la fuente más importante del mal olor bucal, también se propone que una gran proporción de individuos con halitosis son periodontalmente sanos y en ellos, la superficie mucosa de la lengua es el sitio de mayor producción de mal olor. En individuos periodontalmente sanos o edéntulos, la producción del mal olor, puede ser asociada a la degradación de proteínas y compuestos que contienen azufre ubicados en la superficie lingual, amígdalas y saliva. De Boever y Loesche demostraron que las bacterias seleccionadas (T. denticola, P. gingivalis y T. forsythensis) en los grupos que colonizan la superficie lingual, contribuyen con la halitosis e infieren, que si la flora lingual, es la principal fuente de los componentes odorantes, entonces, la halitosis puede disminuir cuando cambia el contenido bacteriano en la lengua.

En muchos casos existe en la parte más posterior de la lengua, una zona amarillenta que pudiera corresponderse con el drenaje nasal, pero no necesariamente implica una infección u otra condición patológica. La extensión de esta cubierta está determinada por las condiciones de higiene y por la naturaleza, abrasiva o no, de la dieta. La naturaleza de la cubierta lingual y los factores que influyen en su desarrollo son prácticamente desconocidos. Para algunos investigadores, la sola presencia de una cubierta lingual, independientemente de la extensión de la misma, indica que existe una contribución de bacterias productoras de halitosis, en la boca otros autores sugieren que la cubierta lingual no tiene un papel relevante en la producción de componentes volátiles sulfurados, en pacientes con enfermedad periodontal, sin embargo, de manera inmediata, al remover la cubierta lingual, la producción total de azufre decrece en un 51,8% en grupos con profundidad de sondaje menor de 4 mm. y en un 49% en grupos con sacos mayores de 4 mm.

El surco gingival como ambiente propicio para la producción de halitosis: Los pacientes con enfermedad periodontal frecuentemente sufren de halitosis y las principales sustancias asociadas a esta relación son los componentes volátiles sulfurados. Aunque los CSV se producen de forma normal en la boca de todos los individuos, su producción se acelera en condiciones inflamatorias y cuando se encuentran en presencia de la destrucción de los tejidos de soporte dentario. Los sacos periodontales son un ambiente ideal para la producción de CSV, por el perfil de bacterias y la gran cantidad de aminoácidos que contienen sulfuros, que pueden degradarse en esa zona. Estos compuestos pueden acelerar el colapso de los tejidos, por lo que surgen diversas hipótesis que tratan de relacionar la presencia de halitosis y nivel de componentes sulfurados volátiles dentro del saco, en donde se establece que el nivel de compuestos volátiles de sulfuros en los sacos periodontales y en el aire de la boca están relacionados con la severidad de la halitosis.

El nivel de sulfuros en el saco periodontal está asociado con el mal olor de toda la boca, en presencia de enfermedad periodontal de leve a moderada y existe una contribución de los CSV dentro del saco, con el mal olor de toda la boca, sin embargo, el olor no pareciera estar relacionado con la severidad de la pérdida ósea, puesto que los componentes volátiles de sulfuros, dentro de los sacos periodontales muy profundos, no son liberados en la cavidad bucal, por lo que los CVS de los sacos profundos, no son un buen indicativo de la halitosis. Aunque Tonzetich en 1978, observó una correlación positiva entre la severidad de la periodontitis y el contenido de compuestos de azufre volátiles en la boca y trató de relacionarlos positivamente, con el grado de halitosis, hoy en día se sugiere que la actividad de la enfermedad es más responsable de la producción del mal olor que la mera presencia de sacos periodontales profundos.

Fuente: ODONTOLOGÍA VIRTUAL

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